Cuando somos pequeños lo único que os preocupa es la felicidad, el ser felices cada día de nuestras vidas. Solo hacemos caso a aquellas cosas que nos proporcionan esa sensación de viveza, de alegría , de ser capaces de comernos el mundo. Creemos que nunca vamos a cansarnos de ser felices y por ello imaginamos una vida completa, detallada y perfecta en la que nuestra felicidad sea eterna y constante. Tenemos tanta imaginación que no pensamos si lo que estamos imaginando esos días será lo que querremos en el futuro o lo que necesitemos. A medida que vamos creciendo, nos damos cuenta que la felicidad es una meta que no solo nos hemos propuesto nosotros sino que hay millones de seres que buscan ansiadamente ese objetivo y que harán cualquier cosa para conseguirlo. Vamos conociendo nuevas personas, hacemos nuevos amigos, grupos o conocemos el amor. Cada paso de las etapas por las que pasamos, nos cambian de una u otra manera y es una estupidez humana intentar negar algo tan obvio.
Las alegrías, las tristezas, el dolor, la pérdida, lo nuevo, el arrepentimiento, el cariño, cada sensación que vivimos fortalece o regenera una parte de nuestro complejo sistema. Cada vez te preguntas más si la vida que imaginaste de pequeño, es la que tienes. ¿Te gusta la vida que vives? ¿Eres feliz con las personas que te rodean? ¿Cambiarías algo de ella? ¿Sigues creyendo con los ojos cerrados en la felicidad? ¿Has conseguido tu vida perfecta?
El problema llega cuando no sabes cómo responder a esas preguntas. Nadie es feliz siempre ni para siempre. Cuando crecemos nos damos cuenta de eso y es tan frustrante, ag. Los niños tienen esa facilidad de creer que sí, esa inocencia que perdemos a medida que conocemos el mundo que nos rodea. Cuando creces te das cuenta que aunque tengas una vida perfecta , nunca puedes ser completamente feliz. La mayoría de las veces porque nos falta alguien o algo.
Pero eso no es malo , al contrario, nos da más motivos para seguir creciendo y seguir intentando encontrarla de forma completa. Ahí es donde nos equivocamos, no somos dioses para encontrarla, aparece en nuestro día a día a lo largo de nuestro crecimiento hasta que nos damos cuenta que siempre ha estado con nosotros y que esas preguntas sin respuestas empiezan a cobrar sentido cuando sientes que tienes lo que quieres y que con ello, sea mucho o poco, mejor o peor, eres completamente feliz.
'La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de
suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que
ocurren todos los días.' -Benjamin Franklin.
